El cineasta, escritor y crítico de cine Javier Gutiérrez (Saberius), nos sorprende con su crítica cinematográfica

”BURUJÚ, EL ÚLTIMO UNICORNIO”, de Suso de la Nava

(Crítica de Javier Gutiérrez -SABERIUS-)

Una voz “en off” nos introduce en la leyenda de los seres mitológicos y legendarios, a través de los misterios de la naturaleza, prefigurados en hipnóticas y sugerentes imágenes que retratan enigmáticas y hermosas puestas de sol, espectáculos únicos cuyo despliegue de colores y matices nos sorprende a diario, y nos ilustra en concreto sobre la magia del icónico unicornio.
Al hilo de una introducción propia de un fascinante documental que podría firmar el propio Carl Sagan, Suso de la Nava entreteje un falso documental concebido originalmente para otorgar visibilidad a la labor de las aulas hospitalarias y a los niños con enfermedades raras que las frecuentan, transformándoles, con su varita mágica de director, en arqueólogos, pilotos de avión, controladores aéreos, policías, bomberos, científicos, instructores, investigadores del CSIC y toda una serie de profesiones representadas en la vida real por adultos pero en el plano imaginario, en un supuesto mundo paralelo donde podrían existir avistamientos de unicornios.
Con un ritmo interno heredero de cortometrajes con una impecable factura al estilo de “El secdleto de la tlompeta” de Javier Fesser o “Quince Días” de Rodrigo Cortés, merced a un impresionante despliegue de medios con secuencias de acción para cuya consecución y efectividad no se ha escatimado en la elegancia formal y de puesta en escena aportada por la filmación con drones, y para la que parecen haberse implicado instituciones del estado como la propia Policía Nacional, el CSIC, la base aérea de Matacán, incluso el Ejército de Tierra y Aire, la supuesta aparición de un unicornio por los alrededores de una aldea salmantina sirve como pretexto para iniciar una investigación fabulada, articulada por la intuición y la imaginación desbordante de la psicología infantil, cuyos jovencísimos artífices afianzan roles interpretativos con asombrosa madurez.
A modo de “sketches” hilvanados a partir del “gag” cómico surrealista, procedente de la “screwball comedy” originaria del cine silente, el propio realizador incorpora recursos visuales que homenajean al mencionado cine mudo en diversos pasajes narrativos, utilizando diversos materiales y texturas para incorporarlos en una narración cuyo nexo de unión marca el tono inicial con una apariencia de improvisación y espontaneidad que sin embargo se logra a partir de una concienzuda integración de elementos en un preciso mosaico elaborado por medio de un laborioso y meditado montaje.
Un fastuoso divertimento, una fábula visual maravillosamente ilustrada, “Burujú: el último unicornio” logra brillar en el firmamento de la comedia surrealista, con una valiosa aportación en la renovación del género del falso documental contemporáneo, confeccionando una de las más hermosas metáforas sobre la infinita fantasía que reside en la imaginación infantil y su inabarcable capacidad de sugestión.
El portentoso diseño de producción de Sergio García, al frente de Filmaticadrones y con la colaboración del Aula Hospitalaria de Salamanca, logra culminar la materialización de este hermoso proyecto, a partir de un relato, cuyo director reafirma el espíritu y carácter de la propia película, en la que “lo importante es la experiencia que han vivido los propios niños del aula hospitalaria, las nuevas experiencias que les ha procurado tanto su filmación como sus diversas presentaciones, en una gira emprendida por los propios centros escolares a cuyos alumnos ofrece la oportunidad de conocer el espíritu de superación y la fuerza arrolladora de los jóvenes que deben luchar constantemente por superar sus propias “enfermedades raras” en el entorno de estas aulas hospitalarias”…

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